Desperate Haitian migrants make a terrifying trek as U.S. efforts fail to deter them.
For months, Freddy Pestana Herrera, a local community leader who lives in this roadless corner of northwestern Colombia, has kept watch as people pass by, their backs laden with packs and their eyes trained on a muddy, slippery path intersected by tangles of roots and torrents of running water. These are the opening steps into the Darien Gap, a wild, water-soaked region that divides South America from North America – and a popular destination for migrants seeking to make their way overland to the United States. About 80 river crossings must be navigated to arrive at the Panama border, after which more untamed jungle awaits. This year, 95,000 people have made the trip, more than ever before.
Inside The Derian Gap, For the Globe and Mail.
Los desesperados migrantes haitianos hacen un viaje aterrador cuando los esfuerzos de Estados Unidos no logran disuadirlos.
Durante meses, Freddy Pestana Herrera, un líder de la comunidad local que vive en este rincón sin carreteras del noroeste de Colombia, ha estado vigilando a la gente que pasa, con la espalda cargada de mochilas y la vista fija en un camino fangoso y resbaladizo atravesado por marañas de raíces y torrentes de agua corriente. Estos son los primeros pasos hacia Darien Gap, una región salvaje y empapada de agua que divide América del Sur de América del Norte, y un destino popular para los migrantes que buscan abrirse camino por tierra hacia los Estados Unidos. Se deben navegar alrededor de 80 cruces de ríos para llegar a la frontera con Panamá, después de lo cual aguarda más selva salvaje. Este año, 95.000 personas han hecho el viaje, más que nunca.
Dentro del Darien, para el Globe and Mail.